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Con el tenebrario de la Catedral de Morelia, se ofrecerán obras de Tartini y Allegri, además de repertorio de
Bach y Bernal Jiménez
Morelia, Mich., 2 de abril del 2012.- La Catedral de
Morelia, poseedora de una ancestral y rica tradición musical, conservó hasta
1955 en la liturgia de la Semana Mayor o Semana Santa un conjunto de ceremonias
durante las cuales se interpretaba una música, además de muy apropiada, de alta
calidad artística, como la ejecutada en el impresionante Oficio de Tinieblas del Miércoles Santo,
en el que se cantaban hermosos Responsorios, para concluir con el penitencial y
conmovedor Salmo Miserere mei Deus.
En marzo
13 de 1956 el Cabildo de la Catedral acuerda: “Que a pesar de que el nuevo rito
de la Semana Santa ya no pone el “Miserere” en el Oficio Divino al fin de
Laudes, de todos modos se cante dicho “Miserere” al fin de las Tinieblas del
Miércoles Santo fuera ya del acto litúrgico”; y lo confirma en marzo 24 del
mismo año diciendo: “Como ya se determinó, que se cante el “Miserere”
polifónico al terminar el Oficio de Tinieblas del Miércoles Santo, como un acto
fuera ya del oficio litúrgico”.
A partir
de 1983 el Miserere ya no se cantó ni como apéndice de Laudes, y fue en 1990
cuando la Coral Moreliana inició la tradición del Concierto de Semana Santa, el
miércoles, incluyendo en el programa el canto del Miserere, Siete Palabras,
Responsorios y más obras. La finalidad del presente concierto a realizarse el
próximo miércoles 4 de abril, es
rememorar en parte y revivir aquella música.
Para
escuchar estas y otras varias páginas musicales, afluían a la Catedral
Moreliana multitud de personas provenientes de diversos puntos de la República
Mexicana. Con el empleo del castellano en las celebraciones litúrgicas y por
necesidades pastorales, todo esto entró en desuso, al verificarse cambios y
transformaciones radicales.
Así,
las casi 80 voces que se integran en la Coral Morelia Ignacio Mier y el Coro
Femenino Juvenil, dirigidos por Hernán
Cortés y acompañados al órgano por Tarsicio Medina Reséndiz, ofrecerán un
concierto gratuito en el que también se recreará un ambiente propicio a través
del tenebrario de la Catedral de
Morelia, el cual es un candelabro en forma
triangular, labrado en madera; cuyas velas se van apagando progresivamente durante el Oficio de tinieblas
en Semana Santa.
El programa de este concierto gratuito
como parte de la actividad y la tradición de la Semana Mayor, se conformará de
obras como Popule Meus de Tomás Luis
de Victoria, Pasión Según San Juan No. 7 de
J. S. Bach, Pasión Según San Juan No. 15 de J. S. Bach, Pasión Según San Juan
No. 52 de J. S. Bach, Siete Palabras de Miguel
Bernal Jiménez, Stabat Mater de Giuseppe Tartini y Miserere de Gregorio Allegri.
La Santa Iglesia Catedral de Morelia, abrirá sus puertas a las 9 de la noche
del miércoles 4 de abril, a quienes deseen participar de este concierto.
Popule Meus
Pueblo mío, ¿qué te he hecho, en qué te he
ofendido? Respóndeme.
Santo
Dios. Santo fuerte. Santo inmortal,
ten
piedad de nosotros.
Tres
Corales
No. 7
Oh, gran amor, oh amor infinito
que te
ha conducido por este sendero
de
martirio.
Yo vivía
en el mundo
entregado
a los placeres
mientras
Tú sufrías.
No. 15
¿Quién te ha azotado así, mi Salvador,
y con
tormentos te ha dejado tan maltrecho?
Tú por
cierto, no eres pecador
como
nosotros y nuestros hijos.
Tú no
conoces el delito.
No. 52
En el fondo de mi corazón,
tu
nombre y tu cruz
brillan
siempre;
esto me
regocija.
Que
aparezca la imagen para consuelo
en mi
angustia de cómo Tú, Jesucristo,
humildemente
te desangrabas
en la
muerte.
Siete Palabras
En esta obra se suman los genios de dos
grandes Michoacanos: el del padre Manuel Ponce y Miguel Bernal Jiménez. El
primero, considerado como el más grande poeta contemporáneo del género
religioso y, el segundo, nada mas y nada menos, el prototipo del músico sagrado
por excelencia y por sus obras, también en la música profana, uno de los
músicos mexicanos más brillantes y sobresalientes del S. XX.
Stabat
Mater
Es una secuencia católica del siglo XIII atribuida a Inocencio
III y al franciscano Jacopone da Todi. Esta plegaria que comienza con las
palabras Stabat Mater dolorosa, medita sobre el sufrimiento de María, la
madre de Jesús, durante la crucifixión.
Es una
de las composiciones literarias a la que más se le ha puesto música; cerca de
200 artistas diferentes. Múltiples compositores de distintas épocas, géneros,
estilos y visión musical han compuesto por este texto medieval. Las más
reproducidas son las versiones de Giovanni Battista Pergolesi y Gioachino
Rossini. Giuseppe Tartini (1692-1770), compositor italiano, más conocido
por sus composiciones para violín, entre otras su famosa sonata El Trino del
diablo para violín y clave, creó esta versión, de manufactura sencilla, pero no
menos conmovedora.
Miserere
Se conoce como Miserere (expresión latina que se traduce
como Misericordia) al Salmo 51 de la Biblia. Es usado en la liturgia católica
en el Laudes de todos los viernes del año, dado su carácter penitencial. Juan
Pablo II lo definió como: “El más intenso y repetido salmo penitencial, el
canto del pecado y del perdón, la más profunda meditación sobre la culpa y
sobre la gracia”.
Sin
embargo, es el Miércoles Santo, en el Oficio de Tinieblas, donde llegó a tomar
la relevancia que llevó a una gran cantidad de compositores a musicalizar estos
versículos. Sin duda alguna, una de las versiones más famosas es le del músico
romano Gregorio Allegri, quien la escribió durante el papado de Urbano
VIII, en el siglo XVII. En un principio, se impuso una prohibición de ejecutar
la obra fuera de la Capilla Sixtina (incluso se amenazaba con la excomunión a
quien la copiara). Es famosa la anécdota de que en 1770, Wolfgang Amadeus
Mozart, en su paso por Roma rumbo a Nápoles, que coincidió con la Semana Santa, con
tan sólo 14 años de edad, tras escuchar la obra sólo una vez, de memoria la
transcribió al papel, para luego hacerle correcciones menores en una segunda
ocasión. Este hecho es ampliamente recordado como muestra del genio de Mozart,
quien incluso fue hecho Caballero de la Orden de la Espuela de Oro por el Papa
Clemente XVI al enterarse del hecho. Pero es la obra en sí, más allá de las
historias y el misterio que en un principio la rodearon; por su belleza, y
pureza en la escritura, que sigue siendo hasta el día de hoy una de las obras
que mejor identifican la llamada Polifonía Clásica.